sábado, 31 de mayo de 2008

Ser Mamá


Fue hace poco más de ocho años. Justo el día en que viajaríamos con mi esposo hacia nuestras vacaciones.

Un test de embarazo nos confirmó que el atraso tenía motivos concretos...

Siempre nos preguntamos en que momento apasionado llegó el asunto, pues no estaba en nuestros planes inmediatos... Al principio todo fue una gran incertidumbre, pues yo tenía muchos dolores y en debí hacer reposo. Donde fui no había ecógrafos disponibles, por lo que los médicos descartaron un posible “embarazo ectópico” con antiguas máquinas de ultrasonido... Y me indicaron reposo, con lo que nuestro viaje se limito a conocer en profundidad el hermoso hotel que nos hospedó en Camaguey...

Cuando volvimos, ecografía mediante, las palabras del amable obstetra que nos atendió por guardia fueron: - Esto esta mas para perderse que para tenerse.

Sentencia inolvidable, aunque para nosotros inentendible en ese momento. ¿Perderse? ¿Tenerse? ...

- ¿Y qué hago doctor?

- Reposo y volvé.

- ¿Pero cuando vuelvo, en tres semanas, seis meses o cuando?...

Creo que el doctor se apiado con esta frase unida a lágrimas. Entendió mi situación de madre joven y primeriza y comenzó a ser mas detallado en sus explicaciones...

Los resultados fueron formidables, hoy mi hija mira la T.V. mientras despliego mis recuerdos y veo su pequeña habitación que en su momento fue meticulosamente preparada para recibirla. Hoy tiene el estilo máximo de su encanto.

Fue dificil ser papás primerizos y casi sin bebes contemporáneos conocidos. Solo contábamos con el asombro de nuestros amigos o los recuerdos de nuestras respectivas madres y sus consejos (a los cuales el pediatra generalmente prefería que no tuvieramos en cuenta).

Recuerdo que, entre otros, el aspecto que más me impacto fue el de darle la teta a mi hija. Puedo ver ahora que antes de amamantarla por primera vez nunca entendí de que se trataba ese momento... Nunca entendí su inmensidad e importancia hasta que no me pasó a mi, hasta que sentí el sentimiento de una hija viviendo sus primeros años a expensas totales del cariño y el compromiso absoluto de sus papás, que ya desde entonces nunca mas dejaron de pensar en ella...

miércoles, 28 de mayo de 2008

¿Quién fui?

Recuerdo de mi infancia algunos juegos. Otros se han perdido en los espacios de mi memoria y no logro rescatarlos de allí.

Un juego que me gustaba muchísimo era el de armar “familias” con mis figuritas de brillantina. Este juego lo hacía en mi casa, exclusivamente. Tengo la vaga imagen de estar sobre una mesa grande, en el comedor o en la cocina.

Me pasaba horas clasificando las figuritas con dibujos de personas. En el dorso de ellas colocaba el nombre de pila que me pareciese y un número, que era algo así como el apellido. Armaba historias que sucedían entre cada familia, pero también hacia interactuar a las distintas familias entre sí. Hasta las figuritas de animales tenían un lugar dentro del juego, pues eran las mascotas de las familias. Este era un juego solitario, que no compartía con nadie. No había intervención adulta; es más: casi la totalidad de mis figuritas las obtuve por amigas o vecinas que me iban dando las que a ellas les parecía. Sólo una vez mi mamá me compró una plancha de figuritas con nenas, que por supuesto inmediatamente pasaron a conformar una gran familia. Creo que los adultos que me rodeaban no le daban la importancia a ese material que para mi tenía: yo estaba horas y horas jugando con las figuritas, pero no recuerdo que nadie haya preguntado que hacía o que haya compartido mi afición por ellas.

Las figuritas son para mi significativas pues aún las conservo. Fue después de mucho tiempo que las he encontrado y esto me permitió recordar momentos muy agradables. Fue muy grato poder compartir este material con mi esposo y mi hija, pues pude contarles aspectos sobre mi niñez que no hubiesen sido fáciles de transmitir sin este material.

Otro juego que recuerdo, y de éste no hay material concreto, es el de “La Mujer Maravilla”. Recuerdo que estaba en el preescolar. En la sala había una pared verde claro y una puerta con vidrio traslúcida. Mis compañeras y yo nos escondíamos detrás de ella y girábamos diciendo “La mujer maravilla”. Salíamos de detrás de la puerta y “luchábamos” contra los varones, que eran algo así como villanos a los que teníamos que combatir.

Este juego me despierta hoy mucha ternura. Recuerdo que dábamos esa vuelta con mucha convicción. Era como si realmente cobrábamos valentía al transformarnos en mujeres maravillas.

A veces buscábamos objetos para ponernos de cinturón. El personaje de la Mujer Maravilla estaba muy de moda en ese momento. Creo recordar que ella se transformaba en esa mujer girando en lugares ocultos, como nosotras hacíamos.

Este juego quedó en mi memoria. A veces viene cómo ráfagas. Es que era tan grato sentirse fortalecida por esas vueltas “mágicas “ que hacíamos cuando los villanos nos molestaban… Creo que este recuerdo fortalece en mi la mujer valiente que puedo llegar a ser, porque hoy sé que podía “luchar” contra “el mal” aún sin ser la mujer maravilla. A los cinco años creía que esa vuelta mágica realmente me daba los poderes necesarios. Hoy se que no era la magia lo que me hacía valiente. Era mi propia convicción. Y hoy, adulta, a veces necesito reforzar esa misma convicción para afrontar variadas situaciones que atraviesan mi cotidianeidad.

martes, 20 de mayo de 2008

Aquí llego.


La literatura está presente en nosotros desde siempre. Hay quiénes se contactan con grandes autores desde pequeños, hay quiénes hojean las revistas que han dejado por ahí otras personas. Pero TODOS nos construímos como lectores, cada uno desde sus posibilidades. Entonces, este espacio es para TODOS. Gracias por compartirlo.
Y gracias al Verdugo por su insistencia.